La ansiedad es una emoción natural, presente en todas las personas que, bajo condiciones normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral o académico. Es decir, cumple la función de ponernos alerta ante una posible amenaza o riesgo, para poder asumirlo o afrontarlo adecuadamente.
Sin embargo, cuando sobrepasa ciertos límites, la ansiedad se convierte en un problema de salud grave. Es decir, la ansiedad puede ser normal ante la presencia de estímulos amenazantes o que suponen riesgo o patológica, que caracteriza a diferentes trastornos psíquicos.
La angustia patológica es el estado emocional en el que se experimenta una sensación de angustia y desesperación permanentes, por causas no conocidas a nivel consciente, en la cual no vives o disfrutas los momentos presentes.
Puede afectar a personas de todas las edades y sobre todo a aquellas que están sometidas a una tensión familiar o laboral constante, y en aquellas que han arraigado en sus patrones conductuales un sentido de perfeccionismo hacia todo lo que hacen y dicen.
Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, etc.
Diferencia entre ansiedad patológica y adaptativa La ansiedad normal se presenta en episodios poco frecuentes, con intensidad leve o media y de duración limitada, ante estímulos previsibles y comunes y con un grado de sufrimiento y limitación en la vida cotidiana. En cambio, la ansiedad a niveles patológicos se caracteriza por sucederse en episodios reiterativos, de intensidad alta y duración excesiva con alta y desproporcionada reacción a la amenaza, provocando gran sufrimiento y notable interferencia en la vida diaria.
La ansiedad se puede manifestar de tres formas diferentes: a través de síntomas fisiológicos, cognitivos y conductuales. La ansiedad también puede convertirse en un trastorno de pánico, en el cual la persona cree que va a desmayarse, fallecer o sufrir algún otro percance fisiológico. Es común que las personas con este trastorno visiten la sala de urgencias con cierta frecuencia, y, típicamente, se sienten mejor después de ser atendidas. Algunos de los síntomas de la ansiedad son:
Síntomas Cardiovasculares:
• Taquicardia o pulso acelerado.
• Elevación de la tensión arterial.
• Sensación de tensión baja o desmayos.
• Arritmias.
• Palpitaciones; dolor precordial en el pecho.
• Opresión en el pecho.
Síntomas respiratorios:
• Sensación de ahogo o de falta de aire; sensación de opresión o constricción en el tórax.
• Suspiros.
• Ritmo respiratorio acelerado y superficial (hiperventilación)
Síntomas gastrointestinales:
• Náuseas.
• Sensación de atragantamiento o dificultad para tragar.
• Vómitos.
• Diarreas, heces blandas, dolor abdominal, cólicos intestinales.
• Sensación de ardor, pesadez abdominal.
• Borborigmos.
• Flatulencia o gases.
• Aerofagia o tragar aire.
• Pérdida de peso.
• Estreñimiento.
Síntomas genitourinarios:
• Micciones frecuentes, micción urgente; dolor al orinar.
• Amenorrea; menorragia.
• Disminución del deseo sexual o anorgasmia (pérdida de la libido).
• Eyaculación precoz e impotencia o disfunción eréctil en el hombre.
Síntomas neurovegetativos:
• Sequedad de mucosas, especialmente de boca y lagrimales.
• Sudoración y salivación excesiva, en algunos pacientes es viceversa.
• Sensación de desmayo inminente.
• Rubor o palidez.
• Vértigos.
• Cefaleas.
• Piel de gallina.
Síntomas neurológicos:
• Temblores.
• Hormigueo o parestesias.
• Hipersensibilidad a los ruidos, olores o luces intensas.
• Mareos o inestabilidad.
• Insomnio: dificultad para conciliar el sueño, sueño interrumpido, sueño
insatisfactorio o no reparador, sensación de fatiga al despertar, pesadillas, terrores nocturnos.
Síntomas somáticos musculares:
• Cefaleas tensionales, especialmente en la nuca.
• Contracturas musculares; espasmos musculares y calambres.
• Rigidez y dolor muscular.
• Tics.
• Rechinar de dientes.
Otros síntomas psicofísicos:
• Fatiga y agotamiento
• Sensación de tensión e inquietud.
• Llanto fácil.
• Imposibilidad de relajarse.
• Impaciencia.
• Rostro preocupado.
• Suspiros, respiración rápida, palidez facial, deglución de saliva, eructos, tics.
• Tartamudez.
• Disminución o aumento del apetito.
Funciones Intelectuales y cognitivas:
• Dificultad o falta de atención-concentración.
• Dificultad para dejar la mente en blanco.
• Problemas de memoria.
• Pensamiento acelerado, o al contrario, embotamiento.
Síntomas Mentales, Cognitivos o subjetivos:
• Ansiedad o angustia: Si es persistente, da lugar a alteraciones de las funciones mentales superiores, además de generar pensamientos, ideas e imágenes negativas. Los temores o miedos que pueden llegar a ser muy intensos, llegando al terror o pánico.
• Temor anticipatorio (ansiedad anticipatoria): se espera que suceda lo peor.
• Sensación de inseguridad.
• Irritabilidad.
• Aprensión.
• Preocupación.
• Sentimientos de minusvalía o inferioridad.
• Incapacidad de afrontar diferentes situaciones.
• Sentirse amenazado, como anticipando eventuales peligros.
• Indecisión.
• Apatía, pérdida de interés
• Humor variable a lo largo del día.
• Pérdida de la objetividad y de la capacidad para pensar con lucidez.
Pronóstico
En general se considera que la ansiedad es una condición que existe de por vida en cierto grado. No todos los pacientes responden de la misma manera a los tratamientos, pero un porcentaje importante de ellos pueden lograr una recuperación parcial o casi completa a largo plazo con la ayuda de la terapia psicológica y eventualmente la administración de psicofármacos.
Se cree que la prognosis de la ansiedad se ve afectada por la creencia común (posiblemente una creencia negativa e incorrecta) por parte de los pacientes de que su condición es especialmente grave, más grave que la de cualquier otra persona que se haya recuperado.
La principal razón por la cual la ansiedad es crónica es su efecto retroalimentador: la ansiedad es la expresión del miedo, y si ésta es percibida como una amenaza en sí misma, genera más miedo y por ende más ansiedad. Es importante permitirse el uso de sistemas naturales como lo son: la terapia de flores de Bach y la terapia Reiki, ambas muy efectivas para el manejo de emociones. Sin embargo, en ocasiones, se hace necesario recurrir a la medicación, sobre todo cuando el cuadro sintomático del paciente es muy severo o muy crónico. Cada persona reacciona de manera diferente al tratamiento, por lo cual es necesario individualizar el tratamiento.
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